Cuando éramos pequeños, a veces alguien hacía burla de otro muchacho y los demás, encontrándolo gracioso, actuaban a su vez del mismo modo, burlándose todos a la vez... sin darse cuenta, como niños que eran, del enorme maltrato moral que infligían entre todos al penitente. Algunos casos extremos conducían a suicidios.
Nosotros ya no somos niños, ni los que nos burlamos ni los que reciben las burlas, pero ¿es necesario esto?